martes, 8 de mayo de 2018

Credo de aquiles nazoa

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Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo de la Tierra;
Creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
Creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
Creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,
Creo en la cualidad aérea del ser humano,
configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose 

como una Purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
Creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
Creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
Creo en Rainer María Rilken héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacarificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
Creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia,
Creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;


Creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles,
junto a sus sienes un resplandor de estrellas.
Creo en el perro de Ulises,
en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe.
Creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta,
el Beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero.
Creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
Creo en la poesía y en fin,
Creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.

Una mu interasante y emotiva obra, que marca la esencia de persona; lo que en este caso hace a Aquiles el mismo. 

El de mi autoria es este:

Credo. 
little brother bear. 
📚 🐻

Creo en Dios Todopoderoso, vestido en gloria y majestad, principio y fin, el que fue y el que será. 
Creo que aún existe el buen ejemplo y la bondad de corazón. 
Creo en las sonrisas como luz en las tinieblas.
Creo que los "nemesis" se pueden volver amigos (muy a pesar de sus diferencias). 
Creo también todos tenemos una estrella, la cual yo ya encontré, la cual me acompaña aún cuando no la veo y todo se vuelve borroso.
Creo en el lenguaje de las miradas, capaces de unir corazones, e incluso decir: "hoy seamos amigos, de alguna forma y sin palabras". 
Creo en que se debe pensar en la fe, pero no como una fuerza imaginaria, si no como esa certeza de que aunque no veamos nada y parezca que nada va a ocurrir, tenemos plena convicción de que eso pasara, con fe se hacen y se han hecho grandes proezas. 
Creo en el humano como hacedor de milagros. 
Creo en la música como voz del alma; sea para bien o para mal. 
Creo siempre hay un camino. 
Creo en un hakuna matata, para vivir sin preocuparse. 
Creo que mis amigos son mi poder, y yo soy el suyo. 
Creo también ser un tonto al molestarme con ellos tan frecuentemente, pero, a pesar de eso son familia. 
Creo en la palabra "ohana" que significa familia la cual ni te abandona, ni te olvida, por más lejos que este. 
Creo haber olvidado muchas de estas cosas, sin embargo por más que me pierda, volveré. 
Creo también te dedicaré esto a ti:

Creo en ti, en que eres hermosa como una rosa salvaje, si te acercas podrás encontrar espinas. 
Creo que te voy a extrañar (aunque ya lo hago). Más sin embargo ¿Que voy a extrañar? Escuchar tu voz diariamente, que me acompañes y estés junto a mi, incluso cuando ni yo quiero estar junto a mi, o también extrañar esa actitud de princesa que ha de estresar, o tu rara forma de amar, en mis aventuras siempre estarás, creo me enseñaste lo que es la amistad, y tal vez no lo entiendas, ni puedas sentir esto como yo lo siento, pero me duele ver que te alejas, me duele ver como con alguien más pasas el tiempo como solias hacerlo conmigo, y aunque muchas veces quiera volver a ti (con algo de suerte esto ha de rimar), te odio, o al menos eso quisiera hacer, te comprendería si no hubieras jugado a hacer la excepción conmigo. Que sin irme me hayas cambiado. Soy un idiota por creer en ti, más si es así quiero ser el idiota más grande del mundo. Nunca te olvidaré, y creo que si pudiera estar contigo hasta el final, sonreíre porque no hay motivos por el cual sentirse mal. O al menos eso diré una y otra vez para estar junto a ti. 

Creo que al atardecer pensare en ti

Milagros del cielo

Annabel Beam tenía sólo cuatro años cuando empezó a padecer lo que su madre Christy llamaba “problemas con la tripa” —dolorosos calambres abdominales acompañados de una aguda hinchazón. Con cinco años, sus intestinos quedaron completamente obstruidos y fue necesaria intervenirla de urgencia, la primera de muchas cirugías. Los médicos eran incapaces de determinar por qué los intestinos y estómago de Annabel no funcionaban como debieran. Aunque seguía diez prescripciones médicas, no podía comer ni beber con normalidad y necesitaba alimentación por sonda.
Pero entonces se cayó de un árbol. Y por una relación causa-efecto que desafía toda explicación, Annabel se curó.
Christy Beam conversó conmigo por teléfono el mes pasado y me relató la historia de la rara enfermedad de su hija, su peligroso accidente y su inexplicable sanación. “Estamos tan contentos”, explicaba Christy, “tan apabullados por el impacto que nuestra historia pueda tener sobre el mundo, porque podría marcar una diferencia. Pero en realidad no es nuestra historia; es la historia de Dios. ¡Es abrumadora la idea de que Dios nos use para compartir su historia!”.
Esta historia increíble quedó recogida por primera vez en un libro récord de ventas, Miracles from Heaven: A Little Girl and Her Amazing Story of Healing. [Los milagros del cielo: una niña y su increíble historia de curación]. El 16 de marzo, la historia de Annabel quedará al descubierto en los cines de todo Estados Unidos, en una nueva película protagonizada por Jennifer Garner (como Christy Beam) y Queen Latifah.
En busca de un diagnóstico
Preocupada porque Annabel continuaba deteriorándose y temerosa de que pudiera morir, Christy Beam se negaba a aceptar los diagnósticos que recibía en los centros médicos cercanos a su hogar en Texas. Los médicos locales sugerían de todo, desde alergias a intolerancia a la lactosa; pero Christy estaba segura de que el problema de su hija era algo más serio. Finalmente, la familia Beam se puso en manos de un gastroenterólogo pediátrico, el doctor Samuel Nurko, reputado en todo el país, cuya investigación en el pediátrico Boston Children’s Hospital se centraba en trastornos de motilidad gastrointestinal.
En vista de que Christy no conseguía obtener una cita a pesar de meses de llamadas telefónicas y de cartas, decidió arriesgarse y tomó un avión hacia Boston con Annabel para presentar personalmente su caso al médico. La persistencia cobró sus frutos y el doctor Nurko pudo diagnosticar con precisión la condición de Annabel. La niña sufría, no de uno, sino de dos dolorosos trastornos digestivos, incurables y potencialmente mortales: pseudo-obstrucción intestinal crónica, una rara condición que emula los síntomas de una obstrucción intestinal; y trastorno de hipomotilidad antral, por la que unas débiles contracciones en la parte estomacal del antro causan un retraso de la evacuación gástrica.
El doctor Nurko consiguió inscribir a Annabel en un prometedor estudio; pero debido a que se le estaban prescribiendo fármacos experimentales con efectos secundarios potencialmente importantes, el doctor Nurko necesitaría ver a la pequeña cada seis semanas. A pesar del esfuerzo financiero que tuvo que hacer la familia Beam, madre e hija se convirtieron en frecuentes usuarias del avión, lo que permitió al doctor Nurko mantener una cuidada observación de la condición de su joven paciente.
Un accidente… y un milagro
Cuando Annabel tenía ocho años, de vuelta en casa después de otra hospitalización, se encontraba jugando en el jardín de la casa familiar en Texas. Animada por su hermana mayo, subió al enorme álamo que hay en el patio. Sin previo aviso, la rama en la que se había encaramado crujió y calló. Annabel no tuvo tiempo de asirse; se precipitó diez metros por la oquedad interior del álamo y aterrizó de cabeza en la profundidad del árbol hueco, encajada en la base del nudoso tronco.
Estuvo inconsciente y atrapada durante cinco horas y media hasta que el equipo de rescate consiguió por fin sujetarla con un arnés y subir su cuerpo hasta ponerla a salvo.
Lo que sucedió a continuación sigue siendo un misterio para la madre de Annabel. Christy Beam explicó que la caída de Annabel dentro del árbol, que pudo haberla matado, la curó. Emergió del tronco del árbol húmeda, magullada y sucia, pero bastante bien en todo lo demás. De forma inexplicable, cuando Annabel se despertó en el hospital, ya no sentía más dolor. Su abdomen hinchado había vuelto a su tamaño normal y era capaz de ir al baño también con normalidad. Por primera vez, después de meses de alimentación por incómodas sondas, podía comer la comida habitual. Los médicos empezaron a retirarle sus medicaciones y, llegado el momento, se le dio el alta de su gastroenterólogo pediátrico. “Jesús debió estar con esa pequeña dentro del árbol”, dijo el médico, “¡porque está completamente sana!”.
La visión del Cielo de una niña
En los días que siguieron a su inesperada recuperación, Annabel compartió con sus padres lo que había sucedido durante las horas atrapada en las profundidades del álamo. “Mamá, fui al cielo mientras estuve en ese árbol”, dijo la niña. “Me senté en el regazo de Jesús. Me quería quedar allí, pero me dijo que no podía”.
Tras insistirle para que diera más detalles, sus padres supieron que Annabel había visto a su abuela “MeeMee”, que había fallecido algunos años antes. “Por eso supe que estaba en el cielo”, les dijo.
“Siempre pensé que estar en el cielo sería como sentarse en las nubes; pero en realidad es como estar suspendida por encima del universo. Siempre pensé que Dios tenía un gran corazón, y lo tiene, su corazón es tan grande que deslumbra. Sus ojos brillan como la gloria dorada reflejada por el sol”.
A medida que Christy citaba la vívida descripción de su hija del paraíso, se maravilló porque una niña tan pequeña pudiera hablar tan elocuentemente. “No le habíamos enseñado a hablar así”, musitó Christy. “Siempre hemos ido a la iglesia, pero que una niña de nueve años hable con esos términos… bueno, supe que algo dramático había sucedido”.
Durante el reciente preestreno de Los milagros del cielo en Dallas, Annabel amplió la descripción transmitida por su madre: “Todo resplandecía”, me dijo. “La luz venía de todos los lugares, de las flores y de las plantas, incluso la hierba desprendía luz cuando andabas sobre ella”.
Un mensaje de esperanza y aliento

Reflexionando sobre cómo su vida y la vida de su familia habían cambiado a causa de los eventos relacionados con la enfermedad de Annabel y su milagrosa curación, Christy Beam afirmó, “No vivimos nuestras vidas de forma diferente, porque nunca perdimos nuestra fe. Oh, fue duro y para mí supuso todo un reto a veces. Me preguntaba, ‘Vale, Dios, ¿tienes un plan? ¿Cuál es tu plan?’. Pero siempre sentíamos que Dios controlaba nuestras vidas, incluso la enfermedad de Annabel. Ahora que está bien, puede mantenerse fuerte y poner un signo de exclamación a nuestras creencias”.

El diario de Ana Frank


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Annelies Marie Frank, conocida en español como Ana Frank (Fráncfort del Meno12 de junio de 1929 - Bergen-Belsen, marzo de 1945), ​ fue una niña alemana con ascendencia judía, mundialmente conocida gracias al Diario de Ana Frank, la edición de su diario íntimo, donde dejó constancia de los casi dos años y medio que pasó ocultándose, con su familia y cuatro personas más, de los nazis en Ámsterdam (Países Bajos) durante la Segunda Guerra Mundial. Su familia fue capturada y llevada a distintos campos de concentración alemanes.
El único sobreviviente de los ocho escondidos fue Otto Frank, su padre. Ana fue enviada al campo de concentración nazi de Auschwitz el 2 de septiembre de 1944 y, más tarde, al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde murió de tifus en marzo de 1945, pocos días antes de que éste fuera liberado. ​ En 1947, apenas dos años después de terminada la guerra, Otto publicó el diario bajo el título La casa de atrás (en neerlandésHet Achterhuis).

Al cumplir trece años, el 12 de junio de 1942, Ana recibió un pequeño cuaderno el cual había señalado a su padre en una vitrina unos días antes. Si bien se trata de un libro de autógrafos, empastado en tela a cuadros rojo y negro, con una pequeña cerradura en el frente, Ana ya había decidido que lo utilizaría como diario. Empezó a escribir en él casi inmediatamente, describiéndose a sí misma y a su familia, así como su vida diaria en casa y en el colegio. A falta de una «amiga del alma», según Ana, le escribía a su diario como si estuviera dirigiéndose a una amiga. Llamaba Kitty a su diario y usaba «Querida Kitty» como fórmula introductoria en alusión directa a Kathe Zgyedie, una compañera de estudios a quien llamaban afectuosamente Kitty. Escribió en forma de cartas sobre sus resultados en clase, sus amigos, chicos con los que simpatizaba y los lugares que prefería visitar en su vecindario. Si bien estos primeros escritos en su diario muestran que su vida era en muchas formas la vida típica de una escolar, también reseña los cambios que se van implantando desde la ocupación alemana. Algunas referencias parecen casuales y sin gran énfasis; sin embargo, en algunas partes describe con mayor detalle la opresión que cada día va en aumento. Escribió acerca de las estrellas que todos los judíos estaban obligados a portar en público, y también enumeró algunas de las restricciones y persecuciones impuestas en la vida cotidiana de la población judía de Ámsterdam.

El 5 de julio de 1942, Margot Frank recibió un aviso ordenándole presentarse para su deportación a un campo de trabajo. Ana fue entonces informada de un plan que Otto había preparado con sus empleados de mayor confianza, y que ya conocían Edith y Margot desde hacía pocos días. La familia se escondería en cuartos camuflados en las instalaciones de la empresa en Prinsengracht, una calle al borde de uno de los canales de Ámsterdam.


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El 9 de julio de 1942, la familia se mudó al escondite preparado y su antiguo apartamento fue dejado en desorden para hacer pensar que había sido abandonado de manera súbita. Otto Frank dejó una nota de la que se podía deducir que habían logrado escapar hacia Suiza. Como los judíos no podían utilizar los transportes públicos debieron caminar varios kilómetros desde su casa hasta el refugio, portando cada uno todas las vestimentas que pudieron, dado que no podían correr el riesgo de ser vistos con equipajes. La achterhuis (en neerlandés huis significa 'casa' y achter, 'atrás' o 'detrás'), era un espacio de tres pisos en la parte posterior del edificio con acceso a un patio detrás de las oficinas de Opekta. En el primer nivel había dos pequeñas habitaciones, con un baño adjunto sobre el que se encontraba una gran habitación, con otra más pequeña adosada. Desde esa habitación más pequeña se subía hacia el ático. La puerta de la achterhuis quedó disimulada tras una estantería para que no se la pudiera ver. Ana se referiría más tarde a este espacio como el anexo secreto. El edificio principal, situado a una manzana de Westerkerk, era un edificio banal, típico de los barrios del oeste de Ámsterdam.
Víctor Kugler (en ediciones antiguas nombrado como Kraler), Johannes Kleiman (Koophuis), Miep Gies y Elisabeth ''Bep'' Voskuijl eran los únicos empleados que sabían del escondite y, junto con Jan, el esposo de Gies y Johannes Hendrik Voskuijl, el padre de Bep Voskuijl, eran quienes ayudaban a los Frank a sobrevivir durante su confinamiento. Ellos eran el único contacto entre el exterior y los ocupantes de la casa, y los mantenían informados de las noticias de guerra y de los eventos políticos. Eran también los proveedores de todo lo necesario para la seguridad y supervivencia de la familia; el abastecimiento de comida resultaba cada vez más difícil a medida que el tiempo transcurría. Ana escribió sobre la dedicación y sobre los esfuerzos para levantarles el ánimo durante los momentos más peligrosos. Todos eran conscientes de que dar refugio a judíos se penaba en aquel momento con la muerte.
A finales de julio, se les unió la familia Van Pels (Van Daan): Hermann, Auguste, y Peter de 16 años, y más tarde, en noviembre, llegó Fritz Pfeffer (Albert Dussel), dentista y amigo de la familia. Ana escribió sobre lo bueno que era tener otras personas con quienes hablar, pero las tensiones rápidamente se presentaron en este grupo de personas que debían convivir confinados en este escondite. Luego de compartir su habitación con Pfeffer, Ana terminó por considerarlo insoportable, y se peleó con Auguste van Pels, a quien consideraba fuera de sus cabales. Su relación con su madre se hizo difícil también y Ana escribió que sentía tener poco en común con ella por ser su madre demasiado abstraída. Algunas veces discutió con Margot, y escribió sobre un lazo inesperado que se había desarrollado entre ellas, aunque a quien se sentía más cercana era a su padre. Tiempo más tarde, también comenzó a apreciar la gentileza de Peter van Pels, y hasta llegaron a tener sentimientos románticos.
Ana pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo y estudiando, al tiempo que continuaba escribiendo en su diario. Además de narrar los eventos transcurridos, Ana escribía sobre sus sentimientos, creencias y ambiciones, temas de los que no hablaba con los demás. Al sentirse más segura sobre su forma de escribir, al mismo tiempo que crecía y maduraba, escribía sobre temas más abstractos, como sus creencias en Dios, o sobre cómo definía ella la naturaleza humana. Escribió regularmente hasta su anotación final, el 1 de agosto de 1944.

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La mañana del 4 de agosto de 1944 la Grüne Polizei (o Gestapo) asaltó la achterhuis. Originalmente se creyó que un informador de la Gestapo dio aviso sobre el escondite, pero investigaciones recientes mencionan que es posible que el descubirimiento se haya dado de manera casual.4​ Conducido por el sargento del Cuerpo de Protección (SS) Karl Silberbauer de la Sección IVB4 del Servicio de Seguridad (SD), el grupo contaba con al menos tres miembros de la Policía de Seguridad. Los inquilinos fueron introducidos en camiones y trasladados para someterlos a interrogatorio. Victor Kugler y Johannes Kleiman fueron encarcelados, pero a Miep Gies y Bep Voskuijl les permitieron marcharse. Más tarde regresarían a la achterhuis, donde encontraron las anotaciones de Ana desparramadas por el suelo. Las recogieron, así como varios álbumes de fotos de la familia, y Gies se propuso devolvérselos a Ana cuando la guerra hubiese terminado.
Llevaron a los miembros de la casa a un campo en Westerbork. Siendo aparentemente un campo de tránsito por el que hasta ese momento habían pasado más de 100 000 judíos, el 2 de septiembre el grupo fue deportado, en el que sería su último traslado, desde Westerbork hasta el campo de concentración de Auschwitz. Tras tres días de viaje llegaron a su destino, y los hombres y mujeres fueron separados según su sexo, para no volverse a ver más. De los 1019 recién llegados, 549 –incluyendo niños menores de 15 años– fueron seleccionados y enviados directamente a las cámaras de gas, en las que fueron asesinados. Ana había cumplido 15 años tres meses antes y se libró, y aunque todos los de la achterhuis sobrevivieron a la selección, Ana creyó que su padre había sido asesinado.
Junto con las otras mujeres no seleccionadas para la muerte inmediata, Ana fue obligada a permanecer desnuda para desinfectarla, le raparon la cabeza y le tatuaronun número de identificación en el brazo. Durante el día empleaban a las mujeres en realizar trabajos forzados y por la noche las hacinaban en barracones frigoríficos. Las enfermedades se propagaban velozmente y en poco tiempo Ana terminó con la piel cubierta de costras.
El 28 de octubre comenzó la selección para reubicar a las mujeres en Bergen-Belsen. Más de 8000 mujeres, Ana Frank, Margot Frank y Auguste van Pels incluidas, fueron trasladadas, pero Edith Frank se quedó atrás. Se levantaron tiendas para acoger la afluencia de prisioneros, entre ellos Ana y Margot. Con el aumento de la población, se incrementó rápidamente la tasa de mortalidad debido a enfermedades. Ana pudo juntarse por un breve periodo con dos amigas, Hanneli Goslar (llamada «Lies» en el diario) y Nanette Blitz, quienes sobrevivieron a la guerra. Contaron cómo Ana, desnuda salvo por un trozo de manta, les explicó que, infestada de piojos, se había despojado de sus ropas. La describieron como calva, demacrada y temblorosa, pero a pesar de su enfermedad les dijo que estaba más preocupada por Margot, cuyo estado parecía más grave. Goslar y Blitz no llegaron a ver a Margot, que permaneció en su litera, demasiado débil. Asimismo, Ana les dijo que estaban solas, y que sus padres habían muerto.
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lunes, 7 de mayo de 2018

Escritos de libertad

Escritos de libertad.
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Freedom Writers (titulada en castellano Diarios de la calleEscritores de la libertad o Escritores de libertad o El diario de los escritores libres) es una película estadounidense de 2007, dirigida por Richard LaGravenese, y protagonizada por Hilary SwankScott GlennImelda StauntonPatrick Dempsey. Está basada en el libro The Freedom Writers Diary de la profesora Erin Gruwell, publicado en España con el título "Diarios de la calle" (Editorial Elipsis 2007).

 El primer punto corresponde a la enseñanza aplicada por la docente Erin Gruwell la cual es una profesora llena de ideales, que al comenzar a impartir clases se encuentra un clima de tensión racial, intolerancia, desesperanza y cultura de pandilleros. Su enseñanza se puede entender como una acción de mediación social entre los conocimientos, las prácticas culturales y sus alumnos. Ella no solo toma en cuenta lo que va a enseñar sino también las características y necesidades del grupo 
El segundo punto corresponde a la enseñanza que aplica el docente Brian Gelford. Por lo que se puede apreciar, ya que su enseñanza está implícita, es un docente conservador y pragmático el cual preserva su fuente de trabajo sin tener en cuenta las dificultades de los alumnos y el contexto social y racial de cada uno. Este docente pretende continuar con sus métodos de enseñanza de acuerdo a como fue formado en sus inicios de carrera, y es por eso que no puede afrontar los cambios y pretende seguir manteniéndose en ese lugar que le da tranquilidad y confianza.
En cuanto al aprendizaje en general, no existe la mediación social activa a través de padres u otros adultos sino la mediación social activa en el grupo de pares en la que se realizan intercambios participativos para una interacción grupal. Esta interacción, en esta película en particular, se logra paso a paso haciéndole conocer a los alumnos las semejanzas de sus historias, las coincidencias de las vivencias de hechos particulares a través del juego de la línea y las lecturas de libros como “El diario de Ana Frank”, el cual, al leerlo, experimentan una identificación personal porque coinciden en ser adolescentes que atraviesan situaciones traumáticas.
Cabe destacar que el aprendizaje de cada alumno se fortalece gracias a que la docente considero el contexto social y cultural, a que finalmente se pudo generar un ambiente de debate y aprendizaje.

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